Freetown, Bo o Makeni son ciudades grandes y desarrolladas (aunque, como comentaba en mi último blog, ni siquiera tengan un suministro de luz y agua estable), que hacen que se te olvide que, de hecho, una gran parte de la población aún habita en aldeas como Ronuri, donde las casas son de adoble, las horas de luz solar marcan el ritmo de vida, y el tiempo parece haberse detenido hace siglos.
Salimos el sábado a las 8:30 de la mañana, y como no era viaje de trabajo, yo misma conduje (les llama muchísimo la atención!)
La carretera hasta Magburuca es muy buena. Allí se celebró la firma del tratado de paz cuando acabó el terrible conflicto bélico que arrasó este país hace ahora 10 años. Este monumento conmemora el inicio de la paz:
A partir de ahí, la carretera se va volviendo más y más estrecha, más y más accidentada, hasta que prácticamente conduces campo a través, por sitios en los que sólo un todo terreno en condiciones puede pasar... la verdad es que fué muy divertido!!!! Eso sí, tuvimos alguna duda de si llegaríamos a nuestro destino cuando tuvimos que atravesar los Puentes Tradicinales que se encuentran por toda la región:
Seguro que me cabe el coche?!!!!
Pues sí, soy una campeona. Conseguimos cruzar cinco de estos puentes, para admiración de los niños locales
Según te alejas de los caminos más transitables y te adentras en las regiones menos habitadas, todo se va volviendo más y más hermoso
Y finalmente, Ronuri. Tan sólo otra persona blanca ha ido en los últimos 20 años, y la admiración y el respeto que nos han mostrado, el cariño y la alegría, han sido increibles. Con gran orgullo nos han enseñado toda la aldea después de conocer al jefe de la zona, han compartido su comida con nosotras (quién menos tiene es quien más comparte), nos han preguntado muchas cosas, y nos han agradecido nuestra presencia.
Todos los niños de la aldea han querido estar en nuestros brazos, pero con una sola palabra de un adulto, se han sentado pacientemente durante horas, en frente de nosotras, sonriendo y comentado entre ellos, con risillas traviesas.
Esta cosita es la hermana menor de Biden:
Otras escenas cotidianas en la aldea:
Finalmente, el padre de Biden nos enseñó su espectacular jardín, donde cultiva las piñas, los plátanos y los cocos más increibles que yo haya probado. Nos volvimos con el maletero lleno!!!
También produce los frutos con los que luego se fabrica el aceite de palma, muy utilizado en Sierra Leona
En definitiva, ha sido una experiencia preciosa, que se queda en nuestros corazones.
